Incluso en este tiempo sin procesiones, la Semana Santa de Cieza sigue creciendo, en silencio, para fraguar un retorno clamoroso. No hay mejor ejemplo que lo que lleva ya años germinando en el taller del escultor Antonio Jesús Yuste Navarro. La pandemia no lo ha desviado del empeño en hacer realidad uno de sus grandes sueños: el paso del Santo Entierro de la Cofradía de la Samaritana, llamado a rubricar la espléndida procesión de la noche ciezana del Viernes Santo.
Entrevista a Antonio Jesús Yuste Navarro
- ¿Cómo recuerdas aquellos primeros días del
confinamiento, que nos sorprendió en mitad de la Cuaresma?
Al principio pensé que sería algo pasajero, y que,
en quince días, como mucho, todo estaría solucionado. Pero pronto, viendo la
gravedad del asunto, asumí que esta pandemia iba a hacernos mucho daño y que,
desde luego, nos tocaría esperar otra Semana Santa para ver una procesión en la
calle. Un año después, tenemos que seguir esperando, aunque confío en que sea
por última vez…
- Es de imaginar que la circunstancia de tener el taller anexo a tu
propio domicilio facilitó que, incluso en esas difíciles circunstancias,
pudieras seguir trabajando…
Efectivamente, para mí es un lujo trabajar en
casa porque compaginar la vida familiar con la profesional muchas veces es
complicado, sobre todo en este oficio de imaginero que requiere
utilizar hasta el último rincón de tiempo que surja. En este
sentido, y más allá de la tragedia que estaba sucediendo fuera, los primeros
días del confinamiento no fueron muy distintos de otros años también en tiempo
de cuaresma, cuando se acumula el trabajo: sin apenas salir a ningún sitio,
siempre de casa al taller y del taller a casa. Eso sí, sin la presión de
entregar ninguna obra, y con la preocupación por todo lo que estaba
sucediendo.
- ¿Cómo vive un imaginero, es decir, alguien que de alguna forma tiene
su vida profesional vinculada a la Semana Santa, estos tiempos de incertidumbre
en los que no sabemos cuándo volverán a salir las procesiones a la calle?
Viviendo con esperanza. Seguro que el año 2022
será el principio de una nueva normalidad que nos volverá a traer la Semana
Santa que siempre hemos conocido, y para ello tenemos que estar preparados.
Incluso aun en el caso de que tengamos que hacer algún cambio que otro, estoy
seguro de que el año que viene disfrutaremos, como entusiastas que somos, de
nuestros desfiles. Como imaginero, de momento, sigo trabajando sobre los
proyectos que tengo y que van surgiendo, y no me preocupa tanto el futuro como
el presente. Sigo trabajando con ilusión, poniendo todo mi cariño y empeño en
la obra que estoy haciendo, pensando que la veré desfilar por las calles o
saliendo de la Iglesia, no me cabe la menor duda.
- Estás ahora mismo trabajando un proyecto de gran importancia, el
grupo escultórico del Santo Entierro para la Cofradía de la Samaritana de
Cieza. ¿Cómo va el trabajo?
Va muy bien, mis expectativas se están
cumpliendo. Hay que pensar que es mi primer grupo escultórico a tamaño natural
que verá la luz en un desfile procesional, y para la Semana Santa de mi pueblo.
Aunque el oficio lo aprendí en el taller de Pepe Hernández Navarro, una persona
y un artista excepcional que fue tan generoso conmigo, Cieza me ha dado mucho,
no solo, obviamente, por ser mi pueblo, sino también como imaginero. Muchas
cofradías ciezanas, empezando por la Cofradía de Ánimas, confiaron en mi
trabajo cuando estaba dando mis primeros pasos, especialmente con las imágenes
para las procesiones infantiles. Pero luego mi primer crucificado fue también
para una cofradía ciezana, el Cristo de la Expiración de la Cofradía de San
Pedro, y esa obra marcó mucho en mi trayectoria profesional. Una obra que tengo
el placer de ver a pocos metros de mi casa, dando un simple paseo hasta llegar a
Santa Clara. Así creo que sucederá con este paso del Santo Entierro. Estoy
dando lo mejor que tengo sin escatimar en nada, ni en tiempo, ni en esfuerzo,
ni en ilusión. Es cierto que el trabajo podría ir más rápido, sin embargo, me
tranquiliza los logros que estoy alcanzando con cada una de las piezas que
conforman este grupo escultórico. Trabajar para Cieza supone una gran
responsabilidad, y por eso me exijo más e intento dar lo mejor que tengo para
que con esta obra hagamos más grande, aún si cabe, nuestra Semana
Santa.
- ¿Cuáles han sido, hasta el momento, las principales dificultades con
las que te has encontrado? Es un grupo complejo, con cinco imágenes de
talla…
Es todo un reto, desde luego. Lo es por la
importancia de lo representado, el Entierro de Cristo, también por la
envergadura artística que supone… y a todo ello hay que sumar que la veré todos
los años, en Viernes Santo, pasar por delante de mí. Todo eso hace que haya
querido buscar lo mejor desde el primer momento. Sinceramente creo que he sido
ambicioso planteando algo muy complicado técnicamente. La dificultad recae en
tres imágenes principales, fusionadas entre sí, y a la vez, con las dos peanas
del nuevo trono que está realizando Javier Bernal, a diferentes alturas. Todo
tiene que encajar milimétricamente, y, al tiempo, tiene que resultar
completamente natural la composición de movimientos y actitudes. A día de hoy,
me encuentro muy satisfecho e ilusionado porque sinceramente creo que lo he
conseguido.
- ¿Qué supuso para ti que la cofradía pusiera en tus manos un paso tan
crucial de la procesión del Santo Entierro, acaso la más importante de la
Semana Santa de Cieza?
Para mí es todo un placer trabajar para la
Semana Santa en la que he crecido como creyente y como escultor. La Cofradía de
la Samarita es ahora la que ha hecho otro de mis sueños realidad. Yo estoy
convencido que será de nuevo una obra de inflexión en mi carrera como
imaginero, y así lo trasladé a su junta directiva, desde el primer
momento, debía ser una obra de gran categoría. Esa confianza que los
samaritanos depositaban en mí tenía que ser recompensada con un grupo
excepcional, que supusiera para ellos el orgullo y la ilusión de reunirse cada
Viernes Santo en torno a un paso que les inspirara devoción, y que dejara
huella en los espectadores del cortejo. No quiero olvidar que la cofradía podía
haber buscado el prestigio y la experiencia de un imaginero consagrado, y en
cambio le han encargado la obra, efectivamente crucial para la procesión más
solemne de Cieza, a un imaginero y cofrade ciezano. La nómina de esa procesión
es impresionante, incluyendo artistas como González Moreno, Capuz, Planes,
Benedito, Álvarez Duarte, Romero Zafra, Bernal, Carrillo… Es un enorme
privilegio encontrar un hueco entre ellos, como te decía antes, es un sueño que
se está haciendo realidad.
- Mientras trabajas en el grupo, ¿anticipas ya ese momento en que sea
bendecido, presentado en público, en la primera vez que salga a la calle…?
Siempre me viene a la mente la obra terminada
y desfilando por las calles. Pienso en la presentación de la obra, en la
reacción de la gente... pero sobre todo en los lugares donde me gustaría verla
desfilar. Uno de ellos es la salida de la Basílica de Ntra. Sra. de la
Asunción; es curioso, hasta tengo pensado el lugar donde me situaría en la
plaza Mayor, debajo de la torre, para ver salir el paso de perfil.
Pensarás que es una estampa un tanto rara, y así lo sigo visualizando
ya hace un tiempo, sin encontrar explicación alguna. Otro lugar donde me
gustaría estar esa noche sería en la estrechez de la calle Larga. Por su
envergadura el paso llenará toda la calle, y luego me vendría a la mente tantos
recuerdos de niño, viendo pasar los tronos por delante de casa rodeado de mis
abuelos, que seguro que estarían orgullosos de su nieto. No me cabe
duda que estarán asomados toda la noche, hasta que se recoja la procesión, en
el balcón del cielo.
- Sin duda el paso del Santo Entierro marcará un punto importante de
tu trayectoria, pero, para llegar hasta aquí, ¿cuáles crees que han sido los
trabajos que han tenido mayor repercusión, los que más interesados en tu obra
han traído hasta tu taller?
Aunque en todas he buscado comprometerme al
máximo, es evidente que hay tres que tuvieron una repercusión muy especial. Una
de ellas es el Cristo de la Expiración, al que me refería antes, y que, sin
esperarlo, fue primer premio nacional de imaginería del año 2013. Para un
imaginero la representación de un crucificado supone una ocasión decisiva para
demostrar su valía, y creo que aproveché esa oportunidad que me dieron los
cofrades de San Pedro. La verdad es que recuerdo con mucha alegría ese año
2013, cuando desfiló por primera vez. Muchos de los encargos posteriores a ese
año se forjaron gracias a la aceptación que tuvo este crucificado en el mundo
cofrade. Otra obra relevante es Ntra. Sra. Emperatriz de China, la
representación de la Virgen con esos rasgos tan orientales, que supuso un nuevo
lanzamiento de mi obra entre los entendidos del arte, y desde luego el Cristo
de la Redención, una obra de talla completa, con su punto de originalidad
iconográfica, para la Archicofradía de la Sangre de Murcia, que siempre he
admirado por su excepcional patrimonio imaginero, y que me dieron la
oportunidad de desarrollar un trabajo que ha resultado decisivo en mi
trayectoria, y que también fue fruto del enorme empeño por estar a la altura de
la confianza que me demostraron.
- ¿Qué otros proyectos tienes ya concertados, y qué otros siempre has
tenido ilusión por hacer?
Puedo hablar de tres proyectos: un San Juan para la Cofradía de Jesús Resucitado de Mula, un San José para el Seminario de Cuenca y una Entrada de Jesús en Jerusalén para Bullas. Siempre abordo con ilusión ese momento de empezar con algo nuevo. No suelo pensar mucho en la obra que me gustaría hacer, aunque he de confesar que me apetece, en estos momentos, hacer una Virgen, después de tanto tiempo entre Santos Varones... necesito reencontrarme con la escena tierna y materna de María, y si la Divina Providencia quiere, pronto tendré la oportunidad, aunque hasta el momento, no puedo dar más detalles.