DESCRIPCIÓN
Esta procesión singularísima tiene sus preámbulos en el juramento de
silencio que realizan los Cofrades en la Ermita de San Bartolomé. Desde allí el
Tercio de Nazarenos, portando antorchas, se dirige hacia la Basílica de Nuestra
Señora de la Asunción, cuyas puertas, en respuesta a la llamada que la Cofradía
realiza con su cruz guía, se abren para que la multitud que aguarda en la plaza
reciba al Paso de “Jesús abriendo las puertas de los Infiernos” en su salida.
Tras la lectura de la Homilía de Sábado Santo en las mismas escalinatas de la Basílica, el cortejo se pone en movimiento anunciado por el tañir de la campanilla que lo encabeza. Como ya ocurriera en la Procesión del Silencio, también para este Desfile permanecerá apa- gado el alumbrado público, así como el interior de las casas del recorrido.
En ese ambiente, propio del medievo, el Paso, a la luz del fuego de sus cuatro pebeteros y al son que marca un solo tambor sordo, cuya monótona cadencia tan sólo se ve interrumpida por las voces de una coral que interpreta cánticos sacros en los lugares previstos, recorre su itinerario para recogerse cuando ya están cerca las primeras luces del alba.
PECULIARIDADES, INTERÉS DEL DESFILE Y RECOMENDACIONES
Tras unos minutos de reflexión, sin apenas dar tregua a las sensaciones
provocadas por la entrada de la Procesión del Santo Entierro, el espectador se
prepara para vivir otro momento irrepetible; y así, bajo la oscuridad de la
madrugada del Sábado Santo, tendrá lugar la Procesión del Descenso de Cristo a
los Infiernos; constituyendo por si misma un referente de nuestras Procesiones,
al ser la única Procesión en todo el territorio nacional que representa esta
advocación. La importancia de esta aportación ciezana al contexto de las
Procesiones españolas se evidencia por la réplica que de esta Procesión se realiza
a partir de 2007 en Archena (también auspiciado por la correspondiente Cofradía
de Ánimas de Archena (Murcia), que surge
siguiendo el modelo de la Cofradía ciezana), o por la circunstancia de que la
justificación teológica que permitió a la Cofradía sevillana de El Sol
incorporarse en 2010 a la nómina oficial de la Semana Santa de Sevilla fue
suministrada precisamente por la Cofradía de Ánimas de Cieza, que puso a
disposición de la corporación andaluza toda la documentación que emplearon para
que fueran aprobados sus estatutos en la Diócesis de Murcia-Cartagena.
Para cualquier visitante se hace necesario estar ya en la Plaza, en
torno a las 3 de la madrugada, cuando, en medio de la oscuridad, el Tercio de
nazarenos llega encabezados por una cruz-guía arbórea y se dirige al pórtico de
la Basílica. Los tres golpes de la cruz en la puerta de la Basílica hacen que
ésta se abra y aparezca la impresionante talla de Jesús Abriendo las Puertas de
los Infiernos (Hernández Navarro, 2001) sobre un trono que representa, a golpe
de gubia, distintas escenas de las sagradas escrituras (Soriano Talavera,
2001). Una vez en la Plaza y tras escuchar, bajo un desgarrador silencio, la
breve Homilía del Sábado Santo, comienza la Procesión. El espectador deberá
seguidamente dirigirse hacia el Muro (donde la muralla del s. XIX se une a la
Fortaleza del s. XV) para disfrutar del punto álgido de la Procesión, cuando el
cortejo baja hacia el Río Segura. Entonces el juego de sombras que se crea por
la luz de las antorchas de los nazarenos y del fuego que emana de los pebeteros
del trono sobre los piedras del Muro, unido a la austeridad y sobriedad de las
túnicas de arpillera, al silencio del desfile -solo roto por la interpretación
ocasional de música coral-, al replicar de la campana de ánimas que abre el
cortejo junto a la cruz, y al incesante y penetrante olor a incienso, recrea de
forma asombrosa e impactante una atmósfera penitencial que permite al
espectador trasladarse en el tiempo y forjar un recuerdo del momento que será
difícilmente olvidado y que desde luego carece de referentes en el contexto
pasional nacional.
Concluye así, en esta madrugada, un relato único e irrepetible en el cual, en apenas veinticuatro horas, se representa desde la condena de Cristo a su Descenso a los Infiernos, pasando por su Pasión, Muerte y Entierro con la participación de todo el pueblo de Cieza, entregado sin reservas a su Día Grande.