DESCRIPCIÓN
Hoy convertida en un soberbio cortejo multitudinario y colorista, la Procesión del Penitente es una de las que se tiene constancia en tiempos más remotos, acaso la fundacional de la Semana Santa ciezana. Trece Cofradías concurren para relatar pormenorizadamente el camino de Cristo hasta el Calvario y su Crucifixión, en las que los nazarenos de algunas de ellas desfilan con cruces penitenciales e incluso descalzos, en rememoración del carácter penitencial originario de este desfile. Pese a esa antigüedad, se trata sin duda de la procesión cuya composición ha cambiado de forma más significativa den los últimos veinte años, en los que ha ido evolucionando desde lo que podía considerarse, en cierto sentido, una versión diurna de la Procesión General hasta la sustantividad y singularidad que actualmente tiene como relato episódico bellamente representado, en los que la cronología de los pasajes evangélicos representados se ajustan exactamente a lo acontecido en la mañana de aquel primer Viernes Santo en que el Redentor arrastró la Cruz hasta el Calvario en las afueras de Jerusalén. Se repite en esta procesión la estructura habitual para cada Cofradía que ya se ha mencionado (Guion, Tercio infantil, Estandarte y Faroles de Tercio, Tercio de nazarenos, Tercio de anderos con el Paso correspondiente y Banda) hasta completar el arco narrativo que finaliza con la muerte de Cristo en la Cruz.
PECULIARIDADES, INTERÉS DEL DESFILE Y RECOMENDACIONES
Comienza con esta procesión el Día Grande de Cieza, desde primera hora
un continuo deambular de nazarenos, anderos y músicos nos anuncia que este día
no es un día cualquiera; van hacia la “Casa de los Santos” desde donde partirá
esta procesión, participativa y con un peculiar lenguaje en el que la luz y el
color contrastan con el drama representado en los Pasos que cuentan el Camino
de Jesús hasta el Calvario y su muerte en la Cruz. Sin duda la inmensa
luminosidad del cielo ciezano de primavera (a poco que haya habido un poco de
suerte con el tiempo), unido al sinfín de olores y fragancias que suben de la
vega del río Segura y la suave brisa de la mañana primaveral, conforman en
perfecta simbiosis el bálsamo idóneo para dulcificar el sufrimiento que las
imágenes procesionales trasmiten al espectador, al que se recomienda que se
disponga a contemplar el desfile en las calles más céntricas y populares de la
ciudad, el Paseo o la Plaza de España (puntos de segura representación de la
popular “Caracola” del Tercio Romano), donde todos comparten con amigos y
visitantes esta irrepetible mañana. El nombre de Penitente le viene dado a este
desfile por el hecho de que las personas que lo desean, procesionan tras la
imagen del “Stmo. Cristo del Consuelo”, devoción principal entre los ciezanos y
estampa tradicionalísima del Viernes Santo, en señal de rogativa o de acción de
gracias. Del mismo modo, y para ahondar en el carácter penitencial de esta
mañana, algunos Tercios de nazarenos portan cruces al hombro a imagen y
semejanza de Jesucristo en su camino hacia el Gólgota.
Dentro del espectacular patrimonio que esa mañana se pone en la calle,
debe destacarse, por su extraordinaria calidad artística, las tres obras
realizadas por José Hernández Navarro, el “Encuentro de Jesús y Maria en la
calle de la Amargura” (1999), “Jesús en el Calvario” (2000), y “La Lanzada”
(2006), y, en la estética más puramente salzillesca, el grupo de “La Caída”
(1973), acaso la mejor obra ciezana de Sánchez Lozano. Por otro lado, bien
puede decirse que la luz de la mañana afila de forma portentosa la belleza de
tres Imágenes que desfilan por segunda y última vez en la Semana Santa, como
son la “Santa Verónica”, “Ntro. P. Jesús Nazareno” y la “Stma. Virgen de los
Dolores”, que alza su mirada desolada en el Paseo a un cielo intensamente azul
recortado por la silueta inconfundible de la Atalaya. El punto de mayor
dramatismo del relato se alcanza, sin embargo, con el Paso de más reciente
incorporación, el “Stmo. Cristo de la Expiración”, de Yuste Navarro (2013), de
sublime categoría escultórica, que dibuja un último y desgarrador estertor
antes de morir en el mediodía del Viernes Santo ciezano.
A la recogida de la Procesión, el Viernes Santo no abandonan las calles de Cieza, dado que espectadores y profesionistas compartirán por millares un rato de mantel y refrigerio en los numerosos locales de restauración, que colman terrazas y aceras en una auténtica convivencia popular que tiene en este día su momento culminante de cada año.