DESCRIPCIÓN
El día más grande del año ciezano continúa en la tarde con el más
singular prolegómeno a la Procesión del Entierro, que es el alegre traslado del
paso del “Santo Sepulcro”, la popular “Cama de Cristo”, desde la cochera de la
calle Calderón de la Barca, acompañado por música de pasodobles: una estampa
atípica donde las haya en el contexto de un Viernes Santo, pero no ciertamente
en el caso ciezano, donde obedece a una costumbre de gran arraigo en el
procesionista ciezano, y muy particularmente en la Cofradía de la Oración del
Huerto y Santo Sepulcro, los “dormis”.
Y ya en la noche, la Procesión más solemne de la Semana Santa de Cieza, a la que, además del Clero, se suman la Corporación Municipal, y otras autoridades civiles y militares viste de luto la noche para asistir al relato episódico del Entierro de Cristo.
La imaginería, la música, los tronos, el arreglo floral: la excelencia del patrimonio ciezano viste sus mejores galas parece brillar con una luz diferente en esta Procesión, que respetando en su puesta en escena la disposición interna tradicional de las Cofradías (Guion, Tercio infantil, Estandarte y Faroles de Tercio, Tercio de nazarenos, Tercio de anderos con el Paso correspondiente y Banda), lo centra todo en el luto y la severidad, razón por la cual no se permiten desfilar a los Tercios Infantiles de la Cofradía. Este sentido de lo funerario se intensifica en dos momentos muy particulares: la entrada del Paso Santo “Santo Sepulcro” en su Casa-Museo, que reproduce de forma muy emotiva el mismo instante de dejar a Cristo Muerto en su tumba, y la llegada del último Paso, la “Stma. Virgen de la Soledad”, a la Plaza del Ayuntamiento, donde recibe el pésame de todo el pueblo, representado por sus máximas autoridades.
PECULIARIDADES, INTERÉS DEL DESFILE Y RECOMENDACIONES
Si hay que ponerle un adjetivo a esta Procesión, verdadero Museo en
movimiento, es sin duda alguna “solemne”.
Solemne, para empezar, por la calidad de sus impresionantes tallas
escultóricas, de entre las cuales hay que significar muy especialmente a la
Stma. Virgen de la Piedad (de Capuz, 1943), el Stmo. Cristo Yacente (Planes,
1920), la Stma. Virgen del Mayor Dolor (Álvarez Duarte, 2005), Nuestra Señora
de la Amargura (Romero Zafra, 2009), o María Stma. de la Soledad (González
Moreno, 1942), amén de las extraordinarias tallas, ya mencionadas, del Stmo.
Cristo del Consuelo (s. XVII) y del Stmo. Cristo del Perdón (1942); a lo que
hay que añadir la excelencia artesanal de los tronos del Cristo Yacente (Ibáñez
Valles, 2008), de la Santas Mujeres Camino del Sepulcro (Rubio Valverde, 2010)
y de Santa María Salomé (Carrillo Marco, 1956). Cada una de estas piezas bien
merece, por sí mismas, la visita a Cieza: bien puede decirse, en suma, que
conjuntamente suponen un auténtico museo en la calle del mejor arte religioso
nacional del XX y principios del XXI. Como prueba de la vitalidad patrimonial
de la Semana Santa ciezana, siempre en busca de la excelencia, en el año 2023
la Cofradía de la Samaritana estrenará el imponente grupo escultórico del Santo
Entierro, realizado por el escultor ciezano Antonio Jesús Yuste Navarro, y que
sin ninguna duda se convertirá en una obra maestra a sumar a las muchas otras
que aparecen en esta procesión.
Solemne es la Procesión, también, por la marcialidad y el recogimiento
que los distintos nazarenos y anderos confieren a su desfilar, y, naturalmente,
también solemne por la belleza y elegancia de la mujer ciezana ataviada con la
clásica mantilla española o el velo de luto de las genuinas “manolas” y “lloronas”
que acompañan, respectivamente, al Paso Cristo Yacente y al Paso María Stma. de
la Soledad.
Un buen lugar para contemplar la procesión del Entierro de Cristo sin que pierda su componente episódico sería, por ejemplo, la calle Larga, por cuyas estrecheces es admirable ver desfilar los hermosos Pasos de la Procesión. Este enclave, además de permitirnos disfrutar de la perfecta simbiosis entre calle y procesión, nos dará la posibilidad de poder acudir, al término del paso del cortejo, a la entrada del “Santo Sepulcro”, que supone la versión ciezana del momento de dejar el cadáver de Jesús tras la piedra del Sepulcro, recreación que incluye la declamación de emotivo texto de la propia Cofradía perfectamente engarzado con la pieza compuesta con soberbia intuición por Salmerón Morote, que atina plenamente con una sencilla melodía tan apasionada como nítidamente fúnebre. La última reunión será, por supuesto, a la entrada de “María Santísima de la Soledad”, acompañada de las autoridades religiosas, civiles y judiciales de la ciudad, a la que se le ofrecerá el pésame con la oración proclamada desde la Torre de la Basílica de la Asunción y repetida en un murmullo por toda la Plaza. Ambos momentos, completamente compatibles en el tiempo, son de los instantes más íntimos y emotivos que viviremos esta semana de pasión ciezana.