El autor de la fotografía ganadora del XXXIII Concurso de Fotografía de la Semana Santa de Cieza es, pese a su juventud, un viejo conocido del propio concurso y un activo promotor de contenidos relacionados con el universo nazareno, amén de cofrade y procesionista de pro. José María Cámara, que vence el certamen por segunda vez consecutiva, nos cuenta la historia que hay detrás de esta fantástica fotografía del Cristo de la Coronación de Espinas.
José María Cámara Salmerón
Debo confesarles que la ilusión nunca se pierde. Nunca se pierde la ilusión por anunciar la Semana Santa de Cieza a través de una fotografía propia. Siempre soñé con alcanzar tan alto mérito, pero, lo que nunca imaginé, ni por asomo, era anunciarla en dos ocasiones, seguidas, y en medio de una pandemia mundial; lo que, en cierta manera, empaña el premio, pero no el orgullo de ver una obra mía anunciar la Semana Santa Ciezana, que diría Gómez Villa.
Es innegable que en este segundo año ya está todo dicho. Creo que mis fotos ya son conocidas con el simple hecho de ser vistas por primera vez. La oscuridad domina la escena y la mirada es el eje sobre el que se vertebra la composición. No obstante, pese a que esos elementos permanecen respecto al cartel de la Semana Santa de Cieza 2020, la primera del recuerdo, sí que es verdad que en este segundo cartel hay ciertos aspectos que los llevo hasta el extremo. Por ejemplo: aplico la regla fotográfica de los tres tercios de manera que solo se aprecia el lado derecho del rostro de Jesús de la Coronación de Espinas, magnífica obra de Romero Zafra, como todos ustedes saben. Esa aplicación de la regla de los tres tercios es mucho más “agresiva” que la aplicación que de ella hice en el cartel de 2020, puesto que en aquel caso la talla del Ecce Homo se ubicaba en el lado izquierdo de la imagen, pero se veía íntegramente, no como este año en el que centro la atención en la mirada, dolorida y ensangrentada, de Cristo. Esta mirada que señalo hace que para este cartel no hiciera falta mostrar nada más. La conjunción de espinas con sangre, sudor y lágrimas dotan a la escena de un patetismo que exacerba, todavía más, el barroco andaluz representado en esta obra, lo que hace que rápidamente conecte con el espectador que contempla el cartel. Respecto al resto de aspectos técnicos, se repite por segundo año consecutivo el tenebrismo de Caravaggio, como la técnica que desarrolla y fundamenta la fotografía, y los trabajos de CONTRAPUNTO, Israel Adorna, Santi León y Mercedes Fittipaldi como la fuente de la que bebo constantemente en mi producción cartelera y en mi fotografía sacra.
Para finalizar, quiero señalar que esta foto surgió de una segunda sesión de estudio a esta portentosa talla de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno puesto que, debido a un formateo erróneo de disco duro, perdí todas las fotos de la primera sesión y tuve que volver a repetirlo de manera completa; sumando hasta un total de seis horas de trabajo entre ambos reportajes lo que, sin lugar a dudas, hacen de este cartel un cartel menos esperado que el primero, por eso de que la gente ya me tiene tomada la medida y no es tan fácil repetir primer premio. Pero eso mismo, a la vez, hace sentirme más orgulloso si cabe, por la cantidad de horas destinada a la consecución de esta fotografía, que en realidad no fue en ningún momento pensada como cartel anunciador de la Semana Santa, y mucho menos como obra para ser presentada a concurso, a diferencia de la fotografía “1972, Ecce Homo” que sí que se realizó con el objetivo de ser cartel anunciador.
La fusión de la luz cenital con la policromía, el barroco andaluz, la sangre, el sudor y las lágrimas de la talla no requieren de otros recursos para alcanzar el fin propuesto, que no es sino reflejar en mi fotografía, fidedignamente, la talla de Romero Zafra.
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