Aunque la Semana Santa de Cieza se hace en el
pueblo y para el pueblo, en las últimas décadas es una constante el empeño por conseguir
que su nombre resuene en el mundo entero. A veces, sin embargo, esa resonancia
se consigue sin buscarlo, y de forma sorprendente: una de las plumas más fieles
de la revista, Antonio Gómez, nos cuenta el éxito sin fronteras de la imagen de
Nuestra Señora de la Amargura.
Antonio Gómez Ruiz
La hondura solemne de la noche del Viernes
Santo quintaesencia el sahumerio de inciensos fragantes que abre puños cerrados
para dejar caer las espadas de punición. Todas las inquinas se desmoronan en el
punto de fuga de sendos rosarios de esperanza verde, de donde la Cofradía de La
Verónica emerge lejana, cual de lóbrego foro, en el casco antiguo del parasceve
ciezano, acunando mansamente, en sus hombros glaucos, la inconmensurable
Tristeza Dulce de un conspicuo bardo cordobés.
Ahora que el egregio Francisco Romero Zafra,
uno de los máximos exponentes españoles del arte escultórico sacro, ha
anunciado públicamente su próxima jubilación -en 2021 cumplirá 65 años- resulta
oportuno aprovechar el momento para valorar, a través de un pequeño botón de
muestra, la repercusión internacional que ha logrado granjearse con la
contundencia estética de su obra. Y, de manera muy particular -aunque también
parcial al barrer exclusivamente hacia nuestra Cieza cofrade- referirnos al
papel de embajadora nacional, y aun internacional, de la Semana Santa ciezana que
ha adquirido en los últimos tiempos una de las obras que el imaginero andaluz
alumbró para las procesiones de esta espartera tierra: Nuestra Señora de la
Amargura, una bellísima Virgen dolorosa que el cordobés trajera a orillas del
Segura en 2009 y que desde entonces viene desfilando en la Procesión del Santo
Entierro, sobre un trono de los Hermanos Higuera, portada por los cofrades de
La Verónica.
La beldad artística de la Amargura ciezana la
ha convertido en plenipotenciaria de su creador en España y el extranjero;
pero, no solo de este meridional poeta de la gubia, sino, consecuentemente, de
igual manera, la ha erigido en emisaria de la ciudad que la acoge y rinde
tributo de admiración y, por ende, en cónsul de sus desfiles pasionarios.
Una de las pruebas de su nombradía y capacidad
seductora la descubrimos en que, en el mes de abril del mismo año de su
estreno, 2009, la faz de la Dama de Viernes Santo subyugó a su consejo de
redacción logrando ser portada de la revista de difusión internacional ‘Miriam’,
editada por Carmelitas Descalzas de Andalucía, publicación a la que puede
accederse en la mayor parte del planeta.
Nueve años más tarde, 2018, un grafiti
realizado dentro del proyecto artístico ‘Transitando Fusión’, desarrollado por
creadores dominicanos en España, reprodujo una imagen de la Virgen de la
Cofradía de La Verónica que se conserva en la plaza Poeta Leopoldo de Luis de
Madrid. El evento supuso un amplificador
importante de la existencia de la talla para toda América latina, pues nos
referimos a la segunda edición de ‘Transitando Fusión España 2018’, celebrada
en el marco y en el mes de la Hispanidad por un movimiento artístico que logró
culminar con éxito la puesta en escena de variadas manifestaciones culturales
de distintos países en terrenos clave de la capital del país, así como en
puntos de la ciudad de Valencia. Dicho encuentro fue coordinado por Héctor Luis
Farías y en él participaron estudiantes dominicanos del Instituto de Danza
Alicia Alonso y artistas plásticos de Latinoamérica y diversos enclaves
europeos, brindando a cientos de visitantes un despliegue de color, ritmos,
creatividad e intercambio cultural bajo patrocinio oficial de la Embajada de la
República Dominicana y el apoyo de instituciones culturales y voluntarios de diferentes
áreas sociales, como Zebra Arte Experimental, CESAR ORG y algunos de los
colectivos artísticos más influyentes de República Dominicana y España en aquel
entonces, entre ellos, Desearte Madrid, HD Crew o Medio Peso entre otros.
Dentro de esta vorágine artística, el taller
de pintura con jóvenes celebrado en la plaza Poeta Leopoldo de Luis el 9 de
octubre del mencionado año deparó el remedo de Nuestra Señora de la Amargura en
uno de los murales de este fórum capitalino.
Finalmente, la última evidencia -de momento y
de la que tengamos noticia- sobre su popularidad internacional nos llegaba hace
escasas semanas a través de Twitter. Hablamos de una pintura de la artista e
‘influencer’ rusa Polly Kole, cuyas obras circulan por las redes sociales con
seguimiento mundial y quien, desde Los Ángeles (EE.UU.), ciudad en la que
actualmente mora, ha sido captada por el persuasivo magnetismo de una de las
principales protagonistas del Santo Entierro ciezano reescribiendo la devoción
-por lo menos, o como mínimo, plástica- que ya suscitara la imagen de Romero
Zafra desde su bendición en Cieza en marzo de 2009.
Según hemos podido rescatar de apuntes
biográficos difundidos públicamente, Polly Kole es una joven artista
contemporánea que siempre está desarrollando habilidades estéticas, captando
nuevas ideas y expresándose de manera sobresaliente. Tanto la pintura como
la escultura han interesado a Polly durante años. Además, está involucrada
en tecnologías modernas de arte y diseño. Uno de los principales objetivos
de la creadora es abrir nuevos caminos en el arte contemporáneo. En mayo de
2018, inauguró una academia de pintura y escultura en el centro de la capital
rusa llamada ‘Workshop Moscú’, donde sigue trabajando y creando nuevos
proyectos. Al mismo tiempo, lanza su propia marca ‘Monopoly’ produciendo
prendas de diseño. Y ahora, desde su residencia actual en Los Ángeles
(California) le ha conferido nuevos e inesperados vuelos a la Amargura de
Cieza.
Las imágenes de las cofradías son,
en algunas ocasiones, protagonistas en diferentes corrientes artísticas, más
allá de la admiración al natural. Lamentablemente, alguna vez se han utilizado
como objeto de sarcasmo contra la Iglesia y el cristianismo, pero, de igual
manera, han catalizado en otras ocasiones la expresión de tendencias distintas
que, desde una posición respetuosa, y aun de devoción, han reflejado sus
inquietudes pictóricas en formatos tan peregrinos como los tatuajes.
Nuestra protagonista, como hemos explicado, ha
sido la última en marcar escuela en este ámbito plástico. Con la Amargura
ciezana, no es la primera vez que Kole se aventura con una imagen religiosa y,
concretamente, del ámbito cofrade. Incluida dentro del movimiento
contemporáneo, ya usó anteriormente la imagen de la Virgen de las Tristezas, de
la Hermandad del Remedio de Ánimas de Sevilla, como inspiración de su pintura.
La artista acostumbra, pues, a usar imágenes de simbolismo cristiano
aplicando técnicas modernas. Los especialistas en la materia señalan que sus
obras no son exactamente arte contemporáneo, si no, más bien, una
fusión entre este estilo y el pop-art. La gama de colores que maneja junto
a la fusión de técnicas heterogéneas ofrece como resultado una pintura, cuanto
menos, llamativa.
Hace unos años, el coordinador de la Unión de
Comunidades Islámicas de España para Valencia, Murcia y Baleares, Ihab Fahmy,
comentaba que abogaba en un futuro por un proceso en el que su religión y
tradiciones adquirieran un rango cultural que les permitiera romper la barrera
exclusiva de sus fieles y normalizarse en la sociedad al modo, por ejemplo, de
la Navidad, que, siendo una fiesta cristiana, ha trascendido ese ámbito
exclusivo y se celebra con un fuerte componente cultural y sociológico incluso
en países donde el hecho religioso no está muy arraigado.
Al margen de la mera anécdota de que una
reproducción pictórica de Nuestra Señora de la Amargura se haya introducido
como noticia de las procesiones de Semana Santa de Cieza en una de las
principales ciudades estadounidenses, la circunstancia podría conducirnos, por
otro lado, a preguntarnos si, andando el tiempo, sería posible en un futuro
externalizar o internacionalizar la Semana Santa como una manifestación
cultural o sociológica, con un carácter antropológico similar al de la Navidad,
a través de la acción de un potente engranaje de márquetin que discurriera
paralelamente a los fundamentos religiosos, artísticos y demosóficos de esta
tradición cristiana.
¿Si ello ocurriera alguna vez, correrían el peligro de banalizarse nuestra Semana Santa y las celebraciones islámicas en las que pensaba hace unos años Ihab Fahmy?
En este enlace podrás leer el artículo en pdf: https://drive.google.com/drive/folders/1KfsDR92DjjDHNpg04p0apgC7WBB3EZxV?usp=sharing